sábado, 22 de diciembre de 2012

ISABEL

UNA DESPEDIDA Y UN COMIENZO


El jueves compartí con mis estudiantes de Lengua Española II del Grado en Humanidades posiblemente la que ha sido la mejor clase desde que soy docente en la UAH. Sin duda la mejor clase del curso. No tengo aún mucha práctica, ni costumbre, de reflexionar conscientemente sobre mi actuación docente, pero, el jueves, el hecho de que fuera una clase emocional e intelectualmente intensa, y el hecho de tener hora y media en el tren me empujaron a hacerlo.

Tras dos años con este grupo (aunque ha habido abandonos del Grado, y sobre todo, ha habido incorporaciones valiosísimas), puedo afirmar que son un gran grupo de estudiantes. Se han asomado por primera vez a la lengua desde el punto de vista de la lingüística formal, con premisas de análisis científico, con un punto de vista a veces interlingüístico, que no siempre es fácil de adoptar para ellos…. y lo han hecho con curiosidad, con reflexión, con capacidad de hacer buenas hipótesis (de hecho a algunas de ellas les hemos puesto los nombres propios de los creadores) y siempre con expectación (con esa cara de ¿a ver qué nos propone hoy…? que tanto me gusta). Son, sobre todo, personas a las que respeto, que me han enseñado cosas y que me han sorprendido varias veces. Personas sobre las que tengo grandes expectativas y a muchas de las cuales aprecio personalmente. Son, en definitiva, las personas con las que he compartido los dos primeros años que he pasado en la UAH y no los olvidaré... Pero volvamos a la clase.

¿Por qué creo yo que ha sido la mejor clase del año? ¿Por qué ha sido la última antes de Navidad? Sin duda eso ha contribuido. Saber que es la última clase crea un clima emocional propicio para la valoración de lo positivo, para relajar el estrés, para fomentar la emotividad y la sensación de pertenencia. Pero creo que ha sido algo más.

El jueves construimos un tipo de clase que creo que refleja el modo de trabajo en el que me siento más cómoda. Una clase (una hora en principio, que se convirtieron en dos sin que se marcharan más que tres personas J ) dedicada a plantear una sola noción: la noción de oración. En las clases anteriores habíamos trabajado sobre qué es un sintagma, y sobre todo, por qué se propone la existencia de esta unidad (esto nos costó… entender la “existencia” de los sintagmas como una hipótesis sobre cómo funciona el componente sintáctico, y no como un objeto que podamos observar directamente… y que existe –y se estudia– “porque sí, porque si está en los libros será importante”…). Y habíamos definido sintagma como el conjunto de palabras estructurado en torno a un núcleo que le da su categoría, y que guarda una relación de dependencia con otro núcleo/sintagma. En este contexto, la pregunta con la que abrimos la clase del jueves fue: si el sintagma es la unidad primitiva de la sintaxis ¿qué es la oración? ¿cuál es su núcleo? ¿es un sintagma sin núcleo? ¿es otra cosa? ¿queremos decir que la sintaxis maneja dos tipos de unidades básicas: sintagmas y oraciones? ¿qué teoría es mejor: una teoría con un solo tipo de primitivo o con dos? ¿es este un problema empírico o se pueden evaluar las hipótesis en función de su adecuación explicativa? Este fue el punto de partida. El punto de llegada, el SC (Sintagma Conjunción, como lo llamamos; Sintagma Nexo, como lo llamaron ellos…). Entre ambos: interrogación y diálogo reflexivos, mucha tiza, miradas de interés, caras de expectación por cómo iba a seguir el razonamiento, y por encima de todo preguntas oportunísimas e inteligentísimas:  ¿se puede proponer la existencia un núcleo nulo si nunca se realiza explícitamente -i.e. cuál es el núcleo del SC en las oraciones matrices/no subordinadas-? ¿puede que la noción de oración no sea relevante en la sintaxis pero sí en la semántica (proposición)? ¿son los ‘nombres’ de las oraciones entonces meras etiquetas descriptivas?... (algunas de estas preguntas son resultado de mi “traducción dialógica”, otras me las preguntaron tal cual… son buenos… os lo dije). En suma, pensamiento científico en estado puro.

Pero lo que más me sorprendió, lo que me ha llevado a hacer esta reflexión, fue su entusiasmo al ver que se daban cuenta de que cosas que habían aprendido con anterioridad “porque sí” tienen un porqué “de verdad”, y también el percibir en ellos la sensación de que de pronto “todo encaja”, como en un puzzle. Creo que entendieron qué era lo que ya sabían, que era lo nuevo que estábamos intentando construir, como esto constituía un avance en su conocimiento y porqué ese avance era relevante (creo, en definitiva, que estábamos plenamente en la ZDP, al menos respecto a algunos de ellos).

Y entonces ocurrió algo inesperado para mí. Algunas personas “miraron hacia atrás en el tiempo”: “¿Pero por qué no nos han explicado esto así antes?” “Así tiene mucho más sentido” “¿Pero si todo eso está mal, por qué no los cuentan?”…

Después de esto, despedidas navideñas y un “hasta pronto”. Y aunque es cierto que nos volveremos a ver, este texto, me doy cuenta, es una despedida: mis querid@s chic@s del Grado en Humanidades, cursos 2011-2012, 2012-2013, hasta siempre.

Pero esta despedida encierra un comienzo. Creo haber encontrado un modo de dar clase que me permite desarrollar lo que creo que a día de hoy hago menos mal en mi práctica docente y que conecta también con mi actividad investigadora: el modelo de enseñanza reflexiva.


He decidido editar este post y añadir esto: realmente no sé si en esta clase que describo estábamos solo siete personas (de las que puedo afirmar todo lo que digo arriba) o el grupo entero... Pero esto es un tema para otro post...

Si a alguien le interesa, os dejo la bibliografía que nos pasó José Luis Medina (UB) en el taller impartido en el MADU sobre el modelo de enseñanza reflexiva en el EEES. Para mí es el comienzo de un camino por explorar.

1. Bárcena, F. (1994). La práctica reflexiva en educación. Madrid: Complutense. 
2. Brockbank,  A.  y  McGill.  (2002)  Aprendizaje reflexivo en la educación superior. Madrid: Morata 
3. Havery,  L.  Y  Knight  (1996)  Transforming higher education. London:  Open  University Press. 
4. Knight, P. (2995) El profesorado de educación superior. Madrid: Narcea 
5. Perrenoud.  P  ((2004)  Desarrollar  la  práctica  reflexiva  en  el  oficio  de enseñar. Barcelona: Graó. 
6. Peters, J. (1987). La reflexión: un concepto clave en la educación del profesor. Revista de Educación(282), 191‐201. 
7. Schön,  D.  (1992).  La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la formación y el aprendizaje en las profesiones.  Madrid:  Paidós MEC. 


Como mera anécdota para cerrar este post. En el propio taller de José Luis Medina, nos hablaron de un profesor de física, considerado uno de los mejores profesores de la UB, que construye pizarras como estas... (calificadas por sus alumnos como hipertextos). Paradógicamente, el otro día encontré esta misma foto en una web que se llama "desmotivaciones" (o similar). Qué curioso...



jueves, 20 de diciembre de 2012

Paco Imbernón sobre la reforma educativa

Isabel

Os dejo aquí estas palabras de Francisco Imbernón en EL PAÍS del 13/12/2012, sobre las ideas educativas del gobierno  (Gracias, Norberto, por mandarlo)

Clipped from:  http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/13/actualidad/1347564167_553563.html

Una reforma ideológica 

El Gobierno presenta su reforma educativa en la línea de las propuestas que lanzó antes de verano. Aunque abrió una consulta en la web, no ha habido el debate que nos urgía, y en las conclusiones es fácil ver cómo el ministerio lleva el agua a su molino. En los últimos 30 años España ha tenido tres grandes reformas (LOGSE, LOCE y LOE), y cinco en 50 años. Mientras, los países referencia por sus resultados académicos han mantenido sus grandes leyes, y se han limitado a reformas parciales. Si en España fuésemos capaces de consensuar una ley no necesitaríamos estos golpes de timón con cada Gobierno.

La educación se asimila a ideología y las políticas educativas son políticas ideológicas, no solo en los grandes temas (religión contra ciudadanía...), sino en el currículum oculto (el determinismo social, el autoritarismo, la selección…). En realidad, más que reformas educativas son contrarreformas, hay que eliminar la herencia recibida, no importa que haya sido un intento de innovación, y además se hace sin probar su invalidez. En el sector eso genera desconcierto, desilusión, resignación y grandes acopios de paciencia.

Esta reforma responde a un modelo ideológico: recentralización, aceptar la educación diferenciada (para poder subvencionar a sus grupos de presión), eliminación de la educación de la ciudadanía y sustitución por una asignatura más afín a su ideología, la evaluación como medición, la desconfianza en el profesorado, una menor participación de los padres y madres, segregación temprana en la ESO, eliminación progresiva de la comprensividad, movilidad forzosa del profesorado (con lo que cuesta cohesionar un equipo docente)...

Este modelo defiende que el fracaso escolar se elimina con mano dura, considera la evaluación un instrumento de selección y no de mejora, quiere crear ciudadanos disciplinados que salgan bien en la foto PISA, persigue la empleabilidad y no se hace garante de una cultura y una educación para todos. Y todo ello se argumenta pero no se prueba, basta con pregonarlo.

Al Gobierno de Aznar se le quedó en el tintero y este no ha tardado en presentar su proyecto, pues considera el sistema educativo un foco de adoctrinamiento. Sin consenso ni debate, con una consulta mínima, lo peor del anteproyecto es que no construye la escuela del futuro, sino que recupera la mala escuela del pasado con alguna nueva idea interesante. A un Gobierno se le pide que anticipe el futuro. Este no es el caso, por supuesto.

Francisco Imbernón es catedrático de Pedagogía de la Universidad de Barcelona.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Información extra

 Laura

Dejo el enlace a una breve entrevista a la prof. de la Facultad de Derecho de la UAH Dra. Dña. Isabel Cano, publicada en la página electrónica de la UAH, puesto que me parece muy interesante y útil el trabajo que está desarrollando:

http://www2.uah.es/diariodigital/index.php?option=com_content&task=view&id=6611&Itemid=1

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Descripción del trabajo de la Tríada 2m+

LAURA


El trabajo que se va a desarrollar en las próximas sesiones constituye el TFM del Máster en Docencia universitaria. Para ello, las tres personas que formamos la tríada[1] 2m+ -Isabel, Silvia y Laura- debemos reflexionar acerca de nuestra práctica docente y localizar los puntos débiles del proceso de enseñanza que deben ser reforzados, así como los ‘temores’ –implícitos o explícitos- que nos provoca dicho proceso (1ª sesión: individual).
Los roles necesarios para llevar a cabo el diálogo reflexivo, la propuesta de innovación docente así como su ejecución y la nueva reflexión son tres, fundamentalmente:
1.      Presentador es el profesor que necesita implantar una innovación para mejorar su práctica docente.
2.      Capacitador es el compañero que mantiene un diálogo reflexivo (guiado por preguntas del tipo cómo sabes…, qué quieres decir…, etc.). En definitiva, es quien capacita al presentador para que asuma la responsabilidad primaria de la sesión de información (BROCKBANK y McGRILL 1999:141).
3.      Informador es el compañero que observa las sesiones reflexivas acerca de la práctica docente del presentador y el que facilita retroalimentación al capacitador para que consiga ser un verdadero capacitador y al presentador, si lo considera oportuno.

Una vez realizada la introspección o análisis individual, es decir, una vez observada desde el otro yo nuestra práctica docente, debemos reunirnos con las otras dos personas que forman parte de la tríada y el facilitador (profesor del Máster). En esta primera sesión en grupo, como presentadoras explicaremos a la capacitadora cuáles son los problemas encontrados y, mediante una reflexión guiada por preguntas de esta, seremos capaces de ver aspectos no visibles en la indagación individual. De este modo, podremos proponer soluciones a los problemas/temores encontrados, es decir, estaremos en condiciones de plantear una innovación docente. Esta sesión será observada por la informadora para proporcionar feedback a la capacitadora y participar en el diálogo reflexivo.
Tras esta primera sesión, como presentadoras prepararemos la clase en la que se ejecutará la innovación y le entregaremos un plan de trabajo a la capacitadora, quien acudirá a la sesión para observar lo que sucede en la implantación de la innovación y, tras ella, nos volveremos a reunir con los miembros de la tríada a fin de establecer si la innovación ha sido adecuada, si persisten los problemas o si surgen nuevos; es decir, volveremos a mantener un diálogo reflexivo.
Los roles de presentador, capacitador e informador serán desempeñados por las tres personas que conforman esta tríada. Cuando Silvia sea presentadora, Isabel y Laura serán capacitadora e informadora; cuando Isabel sea presentadora, Silvia y Laura desempeñarán los otros dos roles y, de igual modo, cuando Laura sea presentadora. Todo el trabajo de la tríada 2m+ estará supervisado por nuestro facilitador Alejandro Iborra.
Gracias a este sistema de trabajo, se fomenta la práctica reflexiva tanto a nivel individual (introspección) como a nivel grupal (diálogo y sesiones reflexivas). El profesor debería reflexionar acerca de su práctica tras la sesión docente, tanto si ha sido un éxito como si han surgido problemas, puesto que siempre hay cuestiones que pueden ser mejoradas. Del mismo modo, se debería fomentar las sesiones o diálogos reflexivos entre pares y con los alumnos para tener una panorámica mayor del proceso enseñanza-aprendizaje llevado a cabo. En este blog irán apareciendo, en la medida de lo posible, comentarios acerca de las actividades que se van a desarrollar dentro de la tríada así como los inconvenientes con los que nos encontremos.
Si os interesa el modelo de trabajo, os animamos a leer
BROCKBANK A. e I. McGRILL (2002): “Desarrollo en la práctica reflexiva: El diálogo reflexivo del docente con sus colegas”, en BROCKBANK A. e I. McGRILL Aprendizaje reflexivo en la educación superior, Madrid: Morata, pp. 127-146


[1] El trabajo con tríadas fue propuesto por A. BROCKBANK e I. McGRILL.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Aprendizaje cooperativo, aprendizaje colaborativo y la realidad en la escuela. Silvia

Os dejo aquí una pequeña reflexión que me ha surgido al leer las diferencias que existen entre el aprendizaje cooperativo y el aprendizaje colaborativo. Cuando pretendemos que nuestros alumnos trabajen en grupo para adquirir nuevos conocimientos estamos potenciando el aprendizaje cooperativo: el profesor actúa de maestro de ceremonias y va guiando a sus alumnos - en grupo - para que alcancen los conocimientos que él espera. Por el contrario, con el aprendizaje colaborativo, el profesor es uno más del grupo y se procura que, entre todos, se alcance el conocimiento, esperado o no. El aprendizaje cooperativo es mejor para el trabajo en la educación primaria (también en la secundaria) mientras que el aprendizaje colaborativo será más adecuado para los niveles superiores de enseñanza. Bien, pero vámonos a las aulas. Mi experiencia en las aulas de primaria y secundaria es que los alumnos tienen que obtener al final una calificación y que en la escuela se les prepara para enfrentarse al mundo real, un mundo altamente competitivo; en este punto, los padres tienen (tenemos) mucha culpa: tienes que ser el mejor; pero los profesores y el sistema educativo también (en mi ciudad el Ayuntamiento concede un premio al mejor de cada curso y colegio de forma anual). Creo, francamente, que es imposible fomentar el aprendizeje cooperativo con este planteamiento. Tengo también mis dudas con respecto al aprendizaje colaborativo, al menos puesto en práctica. Sería fantástico que los estudiantes de los niveles superiores pudieran alcanzar el conocimiento a través de este tipo de aprendizaje, en el que el profesor simplemente les acompaña. Pero, ¿cuál sería el trabajo que tendrían que hacer en casa? Enorme, desproporcionado quizás. Lo que quiero decir es que, hasta donde yo sé, la capacidad de llegar a conclusiones acertadas (y evito conscientemente la palabra correctas) implica la adquisición de conocimientos: en la disciplina que yo enseño y en la que investigo esto quiere decir que tendrían que realizar un elevadísimo número de lecturas (fuera del aula, el tiempo de las clases es el que es). Con toda seguridad, esto les produciría ansiedad al no ser capaces de abarcar todo lo que deben o lo que quieren (recordemos que no solo están matriculados de nuestra materia; en ocasiones de muchas más). Os dejo aquí estas dos dudas a ver qué me contáis. Silvia

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Hacia dónde vamos?

LAURA




Hasta hace poco tiempo en las aulas de la Universidad imperaba un tipo de docente y, con ello, un tipo de alumnado que podemos denominar, para entendernos, ‘tradicional’ o ‘técnico’ y, aunque recientemente han surgido alternativas a este modelo, aún es fácil encontrar a algún docente de este tipo. La metodología adoptada por este profesional consiste en la explicación de la lección y de los contenidos para que el estudiante los aprenda y la posterior evaluación del nivel de conocimientos adquiridos. Mediante este proceso ‘exposición-evaluación’ se favorece el papel pasivo del alumnado, cuya preocupación radica en aprender aprender-memorizar las explicaciones del ‘evaluador’ y plasmarlos en el examen, sin preocuparse por entender, reflexionar, cuestionar… Entiéndase esta explicación como una descripción extremista de este modelo de aprendizaje y que, como cabe esperar, ni todos los docentes que optan por este modelo carecen de preocupación por el alumnado, ni todos los estudiantes aprenden de forma memorística y sin participar activamente en todo el proceso.
Frente a este, empezamos a observar en las aulas al docente-facilitador cuyo rol es ofrecer al alumnado las herramientas que le permitan indagar, buscar, reflexionar, criticar; en pocas palabras, que favorezcan su autoaprendizaje. A través de esta metodología, el docente fomenta el interés por aprender de los estudiantes y los capacita ante cualquier obstáculo a nivel profesional con el que se encuentre. Se persigue, por tanto, una enseñanza co-operativa.
Del mismo modo que en el caso anterior, no podemos afirmar que todos los docentes que adoptan esta metodología consigan lo que persiguen, si, en el mejor de los casos, lo persigue y no asume este proceso de enseñanza porque le viene impuesto.
Como con todo, existe una variedad –quizá mayoritaria hoy en día- que se encuentra a medio camino entre el docente ‘técnico’  y el docente ‘crítico. En este blog podréis encontrar comentarios y material que susciten el interés hacia el cambio del proceso-aprendizaje que se está produciendo en los últimos años en las aulas de la Universidad.
¿Ambas metodologías son realmente opuestas? ¿No sería mejor hacer una propuesta híbrida con lo mejor de cada una porque cada una posee ventajas e inconvenientes? ¿Todo docente/estudiante está preparado para asumir este cambio de proceso enseñanza-aprendizaje?

viernes, 16 de noviembre de 2012

Los primeros pasos de Laura en el mundo de la docencia


Aunque apenas tengo experiencia docente, pues tan solo he tenido la oportunidad de dar algunas clases sueltas en diferentes asignaturas (Sintaxis del español II, Gramática del Español I, Lengua española II y Procesos de aprendizaje, en el Grado en Estudios hispánicos, Filología hispánica, Grado en Humanidades y Grado en Magisterio infantil, respectivamente), puedo decir que es una profesión que me atrae mucho. Cuando empecé mis estudios universitarios –Filología hispánica- tenía en mente ser profesora de secundaria y en absoluto me planteaba la opción de hacer el Doctorado para poder optar a ser profesora en la Universidad. Al estar en el último año de la Licenciatura, me planteé la opción de realizar un Máster y, posteriormente, la tesis doctoral. Ahora sé que tomé la decisión correcta porque, aunque sé que voy a tener muchas dificultades para conseguir una plaza en la Universidad, es algo que me gusta y que haré todo lo que esté en mis manos para ser buena docente (gracias al Máster en Docencia Universitaria sé que voy a tener una visión más amplia e innovadora de lo que se entiende por enseñanza-aprendizaje). Como me dijo un profesor en una ocasión: creer es un requisito para que llegue a existir. Creo en que la docencia es una profesión maravillosa, creo en que lo haré lo mejor posible y, sobre todo, creo en que me volcaré por mejorar en todo momento; solo me queda esperar a que llegue a existir…
En este blog iré publicando ciertas inquietudes, intereses y problemas que me surjan con dos objetivos: recibir comentarios que me ayuden reflexionar y poder ver la evolución en todo este proceso que no ha hecho más que empezar. 

Neuroeducation

ISABEL

Acabo de descubrir la existencia de una disciplina reciente denominada 'Neuroeducation' o 'Educational neuroscience'. 
Wikipedia (s.v. educational neuroscience):
Educational neuroscience (also called Mind Brain and Education; MBE) is an emerging scientific field that brings together researchers in cognitive neuroscience, developmental cognitive neuroscience, educational psychology, educational technology, education theory and other related disciplines to explore the interactions between biological processes and education. Researchers in educational neuroscience investigate the neural mechanisms of reading, numerical cognition, attention and their attendant difficulties including dyslexia, dyscalculia and ADHD as they relate to education. Researchers in this area may link basic findings in cognitive neuroscience with educational technology to help in curriculum implementation for mathematics education and reading education. The aim of educational neuroscience is to generate basic and applied research that will provide a new transdisciplinary account of learning and teaching, which is capable of informing education. A major goal of educational neuroscience is to bridge the gap between the two fields through a direct dialogue between researchers and educators"

Hay un par de artículos sobre esto en la wikipedia, muy interesantes (los links abajo), cuya lectura me ha llevado a preguntarme si el aprendizaje de algunas materias, ligadas a lo que se llaman los 'core knowledge systems' (lenguaje y matemáticas, por ejemplo, para los que hay un "sustrato biológicamente determinado") se produce igual que el aprendizaje de otras (como la historia o la literatura). ¿Son los mecanismos psicológicos por los que aprenden matemáticas los mismos implicados en el aprendizaje de historia o literatura?

http://en.wikipedia.org/wiki/Learning_theory_(education)#Educational_Neuroscience
http://en.wikipedia.org/wiki/Educational_Neuroscience

Autobiografía de Silvia

Supongo que si pienso en la docencia tengo que pensar algo más allá de mi propia experiencia como docente; procedo de una familia de profesores y maestros: mi madre es Licenciada en Geografía e Historia y ejerce como profesora en su propia academia; dos de mis tres hermanos son docentes y una de mis cuñadas educadora infantil; también es profesor mi marido, él de español como lengua extranjera; y en mi familia política, dos de mis cuñados son profesores de inglés. Si tomamos esto como punto de partida, es fácil pensar que las comidas familiares de los fines de semana están plagadas de comentarios sobre alumnos, compañeros, formas de enseñar y un largo etcétera.

Mi biografía personal como docente se remonta a 1996, año en que terminé mi licenciatura en Filología Hispánica; un mes antes de acabar la carrera, me llamaron del colegio en el que mi hermano estudiaba COU porque se había puesto enfermo el profesor de Lengua y literatura y necesitaban alguien que lo sustituyera; la llamada se produjo a las 8:00 de la mañana; a las 10:00 estaba dando clase.
Después de esa breve experiencia, que duró apenas un mes y medio, dejé aparcada la docencia y me dediqué a la investigación, con una beca de Formación de Personal Investigador que duró tres años; en este período comencé a impartir clases en la Universidad cuando mi director de tesis tenía algún viaje.
Al terminar la beca, allá por 1 999, volví a la docencia fundamentalmente por razones económicas; enseñar español o inglés como segunda lengua era una forma razonable de conseguir algo de dinero hasta acabar la tesis o encontrar un trabajo más estable; trabajé para diversas academias durante tres años impartiendo todo tipo de asignaturas de humanidades (lengua española, inglés, literatura, español para extranjeros y latín).
En 2002 defendí mi tesis doctoral y comencé a trabajar en un proyecto de investigación en el Instituto Cervantes que compatibilicé con clases de español como segunda lengua hasta 2004, fecha en la que (afortunadamente) dejé las clases en academias de forma definitiva.
En 2005 saqué una plaza como profesora asociada del área de Lengua española en la Universidad de Alcalá; desde entonces me he dedicado a la docencia universitaria, aunque no siempre a tiempo completo; en 2008 oposité al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria y aprobé el examen, aunque no saqué plaza. Desde septiembre de ese año, y durante dos años y medio, compatibilicé mi trabajo de docente en la UAH con el de profesora a tiempo parcial en la enseñanza secundaria en tres institutos diferentes.
Finalmente, en febrero de 2010 gané una plaza como Profesora Ayudante Doctora en la UAH, siendo este el cargo docente en el que desempeño mi trabajo en la actualidad.

De este modo, puede decirse que, aunque de forma intermitente, mi experiencia docente se extiende a lo largo de dieciséis años, casi la mitad de mi vida. A lo largo de estos años, mi forma de concebir la docencia ha cambiado sustancialmente.
Mi primera experiencia como docente fue “extraña”, por definirlo de alguna manera. Siempre había deseado ser profesora y creía que simplemente con ilusión y una buena dosis de paciencia podría conseguir ser una buena profesora; sin embargo, aquella experiencia con jóvenes de BUP cambió radicalmente mis expectativas: no se callaban cuando yo se lo pedía, no mostraban ni el menor interés por la lengua y la literatura y tampoco parecía que les interesara demasiado estar en el Instituto; siempre estaban los buenos alumnos, que se sentaban delante y tomaban nota de lo que yo iba contando, pero aun así, no parecía que a nadie le interesara que el sujeto pudiera situarse muy muy lejos del verbo (algo que, por cierto, a mí me parecía fascinante).
Así pues, abandoné la docencia, al menos de forma activa; como he dicho anteriormente, en mi familia hay muchos docentes; mi madre empezó a enseñar justo cuando acabó la carrera y nos contaba historias fascinantes de sus alumnos y de sus clases, de modo que empecé a echar de menos esas clases en las que el profesor habla y los alumnos asienten impresionados en las que, por otro lado, yo nunca había estado.
Acabó mi beca como investigadora y volví a encontrar trabajo como docente, de muchas cosas, pero sobre todo de español e inglés como segunda lengua. Aquellas clases me aburrían muchísimo; yo me empeñaba en que los alumnos aprendieran la gramática de la lengua que estábamos estudiando pero para ellos era tarea prácticamente imposible. Mi sentido del deber me hacía preparar las clases e intentar ser lo más amable y alegre posible, pero tenía la idea de que, para enseñar idiomas, lo único importante era ser una gran actriz, y eso me provocaba un aburrimiento total.
Resultaba, sin embargo, bastante contradictorio el hecho de que en las épocas de mi vida en las que no daba clase echaba siempre de menos la docencia.
En 2005 saqué, por fin, una plaza como profesora asociada en la UAH y mi vida docente dio su primera vuelta drástica. En la Universidad las clases no eran aburridas; yo enseñaba aquello que estudiaba y que me apasionaba y algunos de los alumnos (que no todos) mostraban mucho interés por lo que estaba contando; empecé a disfrutar mucho con mi trabajo y me llevaba bien con los alumnos. Durante los primeros años la docencia iba bien hasta que llegaban los exámenes. En un contexto en el que el Plan Bolonia no existía y la plataforma virtual tampoco, la forma de proceder (al menos la mía) era dar clases magistrales durante cuatro meses y después hacer un examen para ver qué habían aprendido. Lo malo es que nunca habían aprendido lo que yo deseaba que aprendieran; en los exámenes la mayoría de los alumnos contestaba muy bien la parte teórica, lo que demostraba que realmente habían estudiado, pero cometían errores a mi juicio muy graves en la parte práctica; aprobaban, en la mayoría de los casos, porque les había visto trabajar durante el curso y me parecía injusto condenarles a repetir una asignatura que probablemente al año siguiente tampoco entenderían para nada.
En septiembre de 2008 dejé de trabajar en el Instituto Cervantes para incorporarme al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria; pasé dos años y medio impartiendo clases a enseñanzas medias y creo que mis mejores experiencias como docente vienen de esta época; trabajé durante este período en tres centros diferentes; el primero y el tercero con alumnos de la ESO de un nivel medio e incluso podríamos decir alto; el segundo año, sin embargo, di clase en un instituto de Barajas a alumnos que habían finalizado el Programa de Cualificación Profesional Inicial (la antigua Garantía social); la mayoría de esos alumnos eran inmigrantes; muchos de ellos procedían de familias desestructuradas y alguno que otro estaba fichado por la policía; al menos el 40% fumaban hachís o marihuana habitualmente y todos coincidían en que estaban enfadados con la vida. El primer día que di clase mi marido me sugirió que dejase el instituto cuando vio el estado de nervios en el que llegué a casa; sin embargo, con el tiempo, mi papel de docente se hizo más pequeño a la vez que aumentaba mi papel de tutora; no creo que pueda decir que esas clases sirvieran a mis alumnos para aprender más de lengua española, igual que no puedo decir que me sirvieran a mí para plantearme mis prácticas docentes; pero fue un año inolvidable en donde aprendí que trabajamos con personas y que cada una de esas personas es diferente a las demás y tiene unas necesidades distintas.
En febrero de 2010 me incorporé a la Universidad de Alcalá como profesora a tiempo completo y en ese momento empecé a dar clases a alumnos de Magisterio. Considero que los alumnos que estudian esa carrera entienden la docencia (tanto la que imparten como la que reciben) de forma diferente a como lo hacen otros estudiantes, por ejemplo, los de Filología. Por regla general, son alumnos con menos interés sobre los conocimientos teóricos de las disciplinas pero con más disposición a trabajar en grupo o a realizar tareas diferentes a la clásica clase magistral. Resulta importante que mi inicio como docente en estos grupos coincidió con la escolarización, primero de mi hija mayor, y ahora del pequeño. Esto resulta importante por dos razones: en primer lugar, empecé a ver a mis alumnos como los posibles maestros de mis hijos, lo que hizo que mi implicación profesional tomara un cariz personal que no tenía en los estudios de Filología; por otro lado, empecé a reflexionar sobre la necesidad de crear interés en los alumnos (tanto por los míos como por mis propios hijos). Hasta este momento yo pensaba que cierta dosis de aburrimiento era necesaria en el aula (hay cosas aburridas que también hay que saber); sin embargo, mi punto de vista sobre esto ha ido cambiando progresivamente. De la típica clase magistral apoyada con tutorías grupales e individuales, en donde lo importante son los contenidos de los que los alumnos han de examinarse, he pasado a otro tipo de clase en la que me interesa que los alumnos reflexionen sobre la materia (por regla general, sobre qué es el lenguaje). Mis clases en este momento tienen poco de magistrales y me interesa mucho más que trabajen en grupo y que indaguen sobre aquellos aspectos que más les aporten, con la realización de diferentes actividades en clase. También he cambiado la forma de la evaluación; combino las autoevaluaciones electrónicas (que los alumnos pueden hacer en casa, con los apuntes y de forma relajada) con la realización de una serie de trabajos prácticos y, solamente en aquellos casos en los que es necesario, realizo una prueba final. Creo que estos cambios tienen como parte más positiva el hecho de que los alumnos se implican más en la asignatura y son capaces de reflexionar sobre el lenguaje, lo que provoca que aprendan de verdad y que no olviden lo aprendido; como parte negativa, sin embargo, considero que el nivel de conocimientos disminuye, sobre todo en aquellos alumnos que trabajan bien en las clases magistrales y están acostumbrados a estudiar para realizar un examen.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Bienvenidos a 2m+

2m+ es la suma de un proceso de reflexión sobre lingüística y docencia de tres mujeres de la Universidad de Alcalá: Silvia Gumiel, Laura Morgado e Isabel Pérez. Nuestra pretensión es hacer públicos nuestros pensamientos sobre asuntos relacionados con ambas disciplinas para compartirlos y comentarlos con todos vosotros. Estaremos encantadas de que nos hagáis llegar todas las sugerencias que se os ocurran.